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sábado, 9 de junio de 2007

Hércules y Ónfale

Tras asesinar a su huésped Ifito, los dioses castigaron a Hércules vendiéndolo como esclavo en Asia Menor. El héroe fue comprado por Ónfale, reina de Lidia, quién pagó al dios Hermes, que fue quién se hizo cargo de la transacción, 3 talentos de plata (o sea, unos 78 kilogramos). Hermes luego quiso entregar los 3 talentos a los hijos de Ifito, como compensación, pero su abuelo Eurito les prohibió aceptarlos.
Ónfale había estado casada con el rey Tmolo, y había heredado de él el trono de Lidia. Algunos autores afirman que ellos eran padres de Tántalo y abuelos de Pélope, aunque yo no lo considero muy probable, puesto que Hércules mismo era descendiente de Pélope. Tmolo, hijo de Ares, había intentado seducir a Arripe, una de las ninfas-cazadoras al servicio de Artemisa. Ante el rechazo de Arripe, Tmolo la violó. Entonces Arripe se ahorcó, no sin antes convocar a Artemisa para que la vengara. La diosa mandó un toro salvaje que atacó a Tmolo y lo empujó por un precipicio. Su hijo Teoclímeno lo enterró allí mismo y cambió el nombre de la montaña por el de Tmolo; una ciudad del mismo nombre fue edificada en sus laderas y permaneció allí hasta que fue destruida por un terremoto durante el reinado del emperador Tiberio.
Hércules sirvió a Ónfale con fidelidad y eficacia, librando a Lidia de los bandidos que la asolaban. La reina también tomó a Hércules como amante, y tuvo tres hijos con él. En Grecia se difundió el rumor de que la actitud del héroe hacia su dueña era tan servil que llegaba a vestirse de mujer y tejer con las esclavas de Ónfale, mientras ella se ponía su piel de león y esgrimía su maza y su arco. No obstante, el rumor era falso.
Lo que sucedió en realidad fue esto: un día en que Hércules y Ónfale visitaban las viñas de Tmolo, Pan -un dios pastoril, torpe y simpático- los vio desde una colina y se enamoró de la reina a primera vista. Al llegar a su destino, Ónfale y su esclavo-amante se entretuvieron intercambiando sus vestimentas. Así, Hércules se puso la delicada túnica púrpura y las sandalias doradas de la reina, mientras que ella se puso su piel de león. Luego, cuando llegó la hora de dormir, se acostaron en camas separadas, pues tenían previsto realizar al amanecer un sacrificio al dios Dionisio, quién curiosamente exigía a sus fieles la abstinencia sexual en las horas previas al ritual.
Pan logró entrar donde Hércules y Ónfale dormían, pero el lugar estaba completamente a oscuras. El dios, entonces, tanteó con delicadeza a los ocupantes de ambos lechos y al sentir la suave túnica de Ónfale creyó, con toda razón, que quién la usaba era ella. Entonces Pan se metió en su cama, pero antes de que hubiese podido siquiera abrazar a quién creía que era Ónfale, fue arrojado fuera de una patada. Ónfale encendió las luces, y cuando ella y Hércules vieron a Pan, magullado, en un rincón, rieron hasta las lágrimas. El dios, rencoroso, fue a todas las cortes de Grecia y les contó a los nobles la falsa historia de Hércules como “esclava” de Ónfale. Pan también ordenó que en lo sucesivo sus sacerdotes asistieran completamente desnudos a sus ritos.
Después de unos tres años de servidumbre, Hércules fue manumitido por Ónfale en agradecimiento por matar a una serpiente gigantesca que habitaba junto al río Ságaris y que destruía a los seres humanos y las cosechas. La reina lo mandó a Grecia cargado de regalos.

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