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sábado, 3 de febrero de 2007

Adios, Sup-Erman

Figura clave en el gobierno de Carlos Menem, durante el que desfiló por múltiples funciones, Antonio Erman González falleció ayer al mediodía en su domicilio de la Capital Federal, como consecuencia de un ataque cardíaco.
Erman tenía 71 años y estaba a la espera de que los tribunales fijaran la fecha de dos juicios orales a los que iba a ser sometido, bajo sospecha de corrupción. Uno, por la venta ilegal de armas a Croacia y Ecuador, y el otro, por la privatización de Tandanor.
Por la primera causa pasó 7 meses preso, entre mayo y diciembre del 2001. En tanto que su participación en la escandalosa venta del astillero le costó el procesamiento y un embargo por 120 millones de pesos que le dictaron hace 2 meses.
Fue amigo de Menem desde la infancia y antes de seguirlo en su salto a la Casa Rosada lo había acompañado en el Gobierno de La Rioja, donde ocupó 17 puestos distintos. Erman nació en un humilde hogar de la localidad riojana de Villa Castelli y sus restos serán sepultados hoy en la capital provincial, adonde fueron trasladados por vía aérea.
En el Gabinete menemista ocupó 4 ministerios: Acción Social, Economía, Defensa y Trabajo. También fue un fugaz embajador en Italia. Empezó el raid como vicepresidente del Banco Central y dejó de ocupar cargos en el Ejecutivo para ocupar la banca de diputado que ganó sorprendentemente en 1993.
Se había candidateado en Capital y fue el último en darle un triunfo al peronismo en ese distrito. Justo él, que desde joven se había alistado en la Democracia Cristiana y recién llenó la ficha de afiliación al PJ en 1991.
Fue locutor, guitarrista y cantante de boleros, tangos y chayas riojanas. Solía acompañar a Menem en jornadas de serenatas provincianas y de salidas nocturnas. Se recibió de contador, pero el caudillo riojano lo convirtió en un funcionario todo terreno. De allí que lo apodaran “Sup-Erman”, por el poder que logró acumular en los tempranos '90.
A Erman, el presidente Menem lo hizo parte de las tareas más controvertidas de su mandato: la lucha contra la hiperinflación, el inicio de las privatizaciones, el despido masivo de empleados estatales más la liberación del mercado interno. Mechó buenas y malas y terminó enredado en escándalos que lo llevaron a recorrer juzgados y a llamar la atención por su súbito enriquecimiento patrimonial.
De acuerdo con su propia declaración jurada, en 1993 contaba con 213.000 pesos en su haber. Seis años más tarde esa cuenta se estiraba a $1.792.632. En octubre de 1998 el justicialismo impidió que la Cámara de Diputados lo sometiera a juicio político.
Cayó a mediados del año siguiente, cuando
Clarín reveló que cobraba una jubilación de privilegio -incluyendo el cobro de un retroactivo de 220.000 pesos por funciones cumplidas en La Rioja- simultáneamente con su sueldo de funcionario. Menem le pidió la renuncia como ministro de Trabajo, sin dejar de reconocerle su “lealtad” y el éxito en la última de sus misiones: la ley de flexibilización laboral.
Con todo, la relación entre los dos amigos ya estaba agrietada, por los celos que provocó en Menem la actitud de Erman de adjudicarse la exclusividad de los méritos en su triunfo del '93 en Capital. Se dice que Erman aspiraba a integrar la fórmula si Menem no era habilitado para la reelección. En el '95, sus luces políticas fueron eclipsadas por la derrota que le infringió Graciela Fernández Meijide en la elección de senador porteño.
Para muchos, el nombre de Erman quedará para siempre identificado con el Plan Bonex, que implementó el último día hábil de 1989, a poco de haber asumido al frente del Palacio de Hacienda. Como medida de shock contra la inflación, canjeó compulsivamente los plazos fijos por bonos que llevaban esa denominación. Y en el tiempo fueron pagándose puntualmente.

Cavallo y Dromi, sus enemigos
En los sucesivos gabinetes menemistas, Antonio Erman González no se destacó por cosechar amigos. Su temprana búsqueda de espacios de poder, provocando intrigas y tratando de mostrar dotes que excedieran un mero rol de técnico, provocaron la dura y ya famosa reacción de Roberto Dromi.
“Es un contador sin visión política”, repetía el primer ministro de Obras Públicas de Carlos Menem ante funcionarios y dirigentes del peronismo para descalificar a Erman.
El “contador” se tomaría revancha en 1993, cuando Dromi ya había dejado el Gobierno y él conseguía catapultarse electoralmente, al aventajar a la candidata radical Martha Mercader en la elección de diputados de Capital. Con su mudanza política, el riojano estamparía el único triunfo del PJ en la estratégica vidriera porteña desde el retorno de la democracia, en 1983.
Otro enemigo que se granjeó Erman, más acérrimo aún, fue Domingo Cavallo. Fue quien lo sucedió en Economía en marzo de 1991 y más tarde, cuando se dedicó a denunciar supuestas mafias enquistadas en el Estado, le atribuiría relaciones sospechosas con el polémico empresario Alfredo Yabrán. Erman admitió que se sentó a negociar con Yabrán. Y alegó que contaba con la venia de Menem.

“Un hombre para misiones difíciles”
Colaborador de Antonio Erman González en las carteras de Economía y Defensa, Jorge Pereyra de Olazábal fue uno de los pocos integrantes del gobierno menemista en opinar sobre la trayectoria del ex ministro fallecido.
“Tengo sentimientos encontrados. Pero debemos separar su labor profesional, que cumplió de manera eficiente, con los errores de índole personal que pudo haber cometido y lo obligaron a verse implicado en problemas judiciales, tal vez por las malas compañías que lo rodearon en los últimos tiempos”, sostuvo Pereyra de Olazábal, quien ahora preside la UCeDé nacional.
El ex secretario de Industria y Comercio y de Producción para la Defensa aseguró que “en la primera etapa del gobierno de Menem le tocó cumplir con misiones difíciles que supo llevar adelante con éxito, como la liberación de precios y de los mercados y el combate contra la inflación”. Alegó que “cuando llegó al Ministerio de Economía la inflación era del 1.000% y cuando lo dejó ya estaba en el 12%”.

Fuente:
nota del diario Clarín del 3 de febrero del 2007

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